El niño y la mar.

La mente en blanco.
Y de rojo su vestimenta.
Combina perfectamente con el azul del agua que yace a sus pies.
Ignora el punto cardinal donde se ubica.
Ve acercarse a un pingüino.
Y mientras el encantador y elegante ser nulifica la distancia entre ellos, el clima comienza a helar.
El niño lo observa estático frente a sí.
El pingüino exclama: “Dibuja un gato”.
El niño nunca ha visto un gato.
Solamente ha visto la mar.
El niño responde: “No sé dibujar un gato.”.
El pingüino mueve negativamente su cabeza y se aparta del lugar.
- ¿Qué es un gato?- Le pregunta el niño a la mar.
Se acerca un felino ronroneando.
El clima vuelve a tornarse cálido.
El felino juguetea alrededor del niño y exclama: “Dibuja un pingüino.”
El niño cree no haber visto nunca un pingüino.
En su mente solamente se encuentra la mar.
Toma un color y una hoja, y dibuja las olas del mar.
El gato observa estático.
Toma la hoja con el dibujo y se aparta del lugar.
El niño mira detenidamente a la mar.
La mar susurra para él: “Dibújate a ti mismo”.
El niño cree ser la imagen fidedigna de la mar.
Nunca ha visto su reflejo.
Sigue ignorando el punto cardinal donde se ubica.
Voltea a su alrededor y no hay otro ser andante que le pida dibujos.
Pero siempre queda la mar.
Es lo único que posee.
Y la mar, sólo posee al niño.

Sonríe, y la mente queda, nuevamente en blanco.




¡Mil gracias a Jess! Quien me ha dejado con la boca abierta con este maravillos texto :^O