Tenía la mejor familia, un esposo encantador y abnegado. El mejor padre que cualquier hijo pudiera desear. Sus hijos, siempre pulcros y bien vestidos, denotaban una seriedad y una frialdad digna de cualquier escuela militar.
- ¡Figúrense! Me ayuda con la limpieza del hogar, va por los niños a la escuela, es muy trabajador y responsable...
- ¡Ay Silvita! ¡Qué suerte la tuya!
- Si no fuera por la crisis que hay, yo no trabajaría, él cumple cabalmente en la casa. Y puedo decirles chicas, que ningún hombre como él en la cama...
- ¡Ay mujer! ¡Qué cosas dices! - exclamaba el círculo de empleadas en torno a ella
Ella, una mujer trabajadora, que cumplía con todas las tareas del hogar y fielmente le cumplía a su esposo en la intimidad.
Esa es la imagen que Silvia daba a los que le rodeaban.
Pero la realidad era muy diferente.
- ¿¡Qué chingados estás viendo?!
- Nada, nada -decía Silvia al momento que bajaba la mirada mientras Alejandro conducía
- Te he dicho que no me gusta que te maquilles ¿por qué lo haces?
- Discúlpame, no lo vuelvo a hacer
- Eso espero, pareces puta
- Oye ¿mañana podemos ir a cenar? Es nuestro aniversario ¿recuerdas?
El golpe en seco hizo que su rostro se volteara hacia la ventana.
- Vuelve a preguntar pendejadas, y te doy más fuerte
Llegó llorando a su casa, y se encerró en el baño. Si Alejandro la viera llorar, seguro le molería a golpes para "callarla". Silvia es esquizofrénica. Silvia tenía tormentas en su mente. Creaba realidades con la demás gente y la mera realidad la transformaba en sueños. "Él cambiará, estoy segura" decía.
Un día, Alejandro llegó ebrio. La música del estéreo de la casa sonaba a un volumen alto.
- ¡Silvia! ¡Ven hija de puta!
- Cállate, vas a despertar a los vecinos... -dijo en voz baja
- ¡Me vale madres! ¡Quiero coger! ¡Anda!
- Pero vienes ebrio, y a mi no me gusta así
La bota de Alejandro ahora fue a dar al abdomen de Silvia, quien se dobló por el impacto. Acto seguido, la ultrajó, y se quedó dormido...
Silvia temblaba. Empezó a tener miedo. Mucho miedo. Una tormenta más fuerte que las anteriores se formaba en su mente. Entonces, tomó un rifle que el abuelo de Alejandro le había regalado. Apuntó hacía él, y le disparó en los testículos.
- ¿Quieres más mi amor? ¿Me prometes que cambiarás? Anda ¿si?
Alejandro sólo gritaba cosas incoherentes.
- Ay mi amor, mejor dormimos ¿si?
Un descarga en la cabeza y después el silencio. Silvia empezó a tararear una canción de cuna. Se acostó junto al cadáver y acariciándole el pelo sanguinolento de la cabeza, durmió junto a él.
- Ya corazón, ya pasó todo. Ya no llueve...
31 jul 2009
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11 comentarios:
Bravo!!! magnifico relato, realidad cruenta e implacable, sutil, superficial pero dá para mucho mas! muy muy bueno, me voy impactado por esa última imagen de el texto...
Deshora.
Huy muy fuerte la historia y desgarradora al final.
SALUDOS niño.
A veces plagados de historias, hay heridas que vuelven a supurar... el agua de la lluvia puede que las enjuage...
el tiempo quizá es el que ocasiona que hasta el metal se oxide... como ciertos recuerdos... a veces solo es un mal sueño el que deberia disparatarnos la cabeza y evitar finales asi...
Fácil podría ser un guión de película sesentera mexicana, en algún lugar de provincias.
De pelos.
Excelente... Nada justifica el maltrato a nadie y menos disfrazado de amor.
Me encantó!
¡Excelente texto!
Muerto el perro...se acabó la rabia...
Ay mi Anarkista
Si una permite el primer golpe, pudo ser porque la tomaron desprevenida; pero si después de eso, sigue permitiéndolos sin intentar hacer nada por evitarlos, será porque piensa que se los merece.
En lo que respecta la borracho marido, más que un balazo, merecía que le cortaran ya sabes qué. A grandes males grandes remedios y él tipejo se consideraba con muchos arrestos, como para pegarle a su mujer... pues le cortamos eso que le daba valor.
Un abrazo
Yeah, factor sorpresa, funciona.
Ojalá que hubiera más Silvias en este país, desde hace tiempo tengo una hipótesis, si las mexicanas no fueramos tan aguantadoras por el maltrato del hombre, otro gallo le cantaría a este país.
Me cae que muchos hombres se merecen unos buenos plomazos en los huevos.
Lamentablemente, no hemos sido capaces para tener el valor y empezar a tirar plomazos. Por eso gusta tanto esta versión, porque en el fondo eso quisieramos hacerle a todos los culeros que existen.
Disculpa Mau, mi lenguaje, pero es inevitable este proceso de descomposición y radicalización que estoy viviendo.
Un beso, chido, sólo te haría una sugerencia.
Dale más caracter a Silvia, la transformación debe ser progresiva, no puede cambiar de un día para otro, debe haber algo más radical en su caracter... una razón para justificar por qué aguantó antes y por qué ya no aguantó después ¿de dónde sacó el arma?
Mentiría si no te dijera que el final me resultó de lo más satisfactorio
desgraciadamente en la realidad la vida de Silvia se complicaría aún más a partir de ahí
hubiera mejor todo terminado con el primer golpe
peor aún así me alegro del balazo.
Abrazo
OMG!
*muda*
(me ha gustado mucho-mucho)
Saludos =)
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