Sin Vero y sin mí, mil infancias quedaron atrás en saliva seca.
Tras ella dos o tres mariposas la persiguieron incrédulas.
Tras mí la herrumbre de la palabra derrumbe, mientras a lo lejos escuchaba un Son pulsando la fiel memoria de las mil veces que canté Vero-sin-mí-la-muerte.
Termino caminando por el cadáver de una ciudad improbable que se queda sin Vero y sin mil míis.
Y así, con el encabronamiento a oscuras, propongo cerrar puertas y ventanas y abrir la llave del gas.
22 jul 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
inverosímil!
Pobre mí!
Vero, es algo realmente inverosímil :D
Publicar un comentario