1 ago 2009

La tormenta perfecta

Cualquier navegante con un mínimo de experiencia se hubiera dado cuenta; resultaba bastante obvio relacionar la inusual calidez que se respiraba esa noche y la aparente calma de la mar con un inminente cambio en el clima, pero la experiencia nos vuelve arrogantes. Como experimentado capitán me precio de de detectar el más mínimo cambio en las corrientes, ajusto el curso antes que que el mismo viento lo haga y siempre llevo el barco a puerto seguro antes que la tormenta se desate, pero esta vez tenía la cabeza en otro lugar.

Esa noche la maldita arrogancia me ganó y no vi ninguna de las señales y, como un ingenuo turista lo hubiera hecho, tan sólo me dedique a disfrutar de la apacible noche, sin ver más allá, sin sospechar nada. La mañana siguiente mi percepción no mejoró; se respiraba un aire apenas frío y la mar se retiraba de la costa como en preparación para abalanzarse sobre ésta con gran furia, mientras que mi mente estaba únicamente en levar anclas.

La pesca había sido tan buena las últimas semanas que las redes tenían que ser recogidas casi tan pronto como eran arrojadas para evitar que reventaran y las olas se desbordaban sobre la cubierta de los botes que regresaban a puerto con más carga de la que es seguro llevar; yo no podía esperar más para dejar puerto nuevamente.

Las primeras señales de peligro aparecieron a mediodía cuando un denso banco de nubes se interpuso entre la costa y la embarcación, apenas prestándole atención pensé que un poco de lluvia no dañaría a nadie, tan sólo un par de horas más y habría hecho la pesca de la temporada, pero en menos que eso, la mar se picó y antes que terminara de darme cuenta ya estaba en medio de la tormenta.

La embarcación zozobraría de no regresar pronto a puerto, pero la caprichosa mar parecía cerrar cualquier ruta que decidiera tomar, la mar y la tormenta se hacían una, el viento y el oleaje azotaban con furia la cubierta y no sabía si el barco volcaría o se partiría a la mitad.

Traté de escapar navegando paralelo a la costa, pero todo esfuerzo parecía inútil, todo indicaba que sin remedio naufragaría. Mi vida entera pasó frente a mis ojos y fue entonces cuando supe que es lo que realmente estaba sucediendo, que es lo que estaba a punto de pasar. Me sujeté fuertemente al timón y viré violentamente a estribor. Ahí estaba: en el horizonte una enorme ola, varias veces mayor que el bote, cobraba fuerza y avanzaba toda velocidad hacia mi.

Sujeté con aún mas fuerza el timón y a toda marcha me dispuse a embestir la enorme ola, si reventaba antes que alcanzara el otro lado ¡haría pedazos la embarcación! El bote empezó a subir por el frente de la ola cuando ésta empezaba a reventar, mantuve firme el timón y contuve el aliento por sólo un instante. Todo o nada: el momento de la verdad.

Justo cuando creí que Mar rompería en llanto la miré dulcemente a los ojos y le dije suavemente –“Mar, bebé, sé que he sido desconsiderado estos últimos días, ¡perdoname!”– y continué –“Vamos, nena, hoy es nuestro aniversario y no quiero arruinar la sorpresa que te preparé.”

Los ojos de María del Mar se iluminaron al tiempo que se llenaban de lágrimas; rodeó mi cuello fuertemente con sus brazos y me dijo al oído –“Tontito ¡me asustaste! ¡Creí que lo habías olvidado!”– Le sonreí y mientras limpiaba sus lágrimas le contesté –“¡Claro que no, bebé! ¡Sólo quería que fuera sorpresa! Anda, ve a ponerte algo lindo que voy a llevarte a cenar a un lugar estupendo.”

Y eso me dejó con apenas hora y media para comprar flores y un juego de collar y pendientes de perlas, conseguir reservaciones en un buen lugar y ponerme en un elegante traje.



Esta vez estuvo cerca, pero de nuevo logré llevar el barco a puerto a salvo. La velada fue estupenda y la noche aún mejor, amo a Mar, amo sus ojos verdes, pero definitivamente ¡tengo que empezar a poner más atención a estas cosas!


"Last night was worth it. There's nothin like sleepin' with you...
just sleepin'...
lyin next to you...
all warm and sweet...
me wishin' the mornin' woud never come..."
– Bobby Shatford
(Mark Wahlberg in
'The Perfect Storm', 2000)

5 comentarios:

Clara Castillo dijo...

Hola!! Lindo blog, pero no me funcionaron los links (Contacto, Autores, etc).
Quería saber si puedo participar.
Dejo mi blog: claratoctoc.blogspot.com y mi correo: claratoctoc@gmail.com
Saludos
Clara

Amorexia. dijo...

vivimos sorteando tormentas, acaso solo yo estoy cansado de ello?

Deshora.

Anónimo dijo...

Todos lo sabemos...todos lo olvidamos...

Fer V dijo...

Clara: Ciertamente los links no están funcionando, estamos en proceso de arreglaros o de cambiar de plantilla.

Yo me encargo de comunicar tu interés por participar al resto de los integrantes de Cuentaletras; por lo pronto gracias mil por tu visita y espero que regreses pronto.

Fer V dijo...

Amorexia: No, no creo que seas el único cansado de ello, pero aparentemente vivimos para eso, para sortear tormentas.

Luis: Pero sólo algunos pagan por ello. =P