¡Dios, pero que apretada estás! -reclamaba Santiago mientras soltaba la última gota de sudor que su pareja había exprimido sin contemplación-
Silencio.
Abotonaba la camisa un par de minutos despues de levantarse del cuerpo de aquella.
Silencio cruel.
Entonces... -decía mientras ataba su zapato izquierdo- supongo que ha sido tan placentero para ti como lo fue para mi. Como sabrás, yo...
El azote de una ventana interrumpio el monólogo victorioso.
Disculpa, siempre olvido cerrarla -dijo sonriente-, pero parece que a nadie le importa... ¿Qué, aún no dirás nada?
No hubo respuesta.
Ah, lo olvidaba, ya estás muerta.
El Doctor Santiago Palma salió de la morgue con tiempo para cenar con su familia.
Tal cual dice el título, no me importa hacer trampa.
No me he hecho tiempo para escribir.
No me he hecho tiempo para escribir.