Ni siquiera supo el motivo de aceptar un sacerdote, pero a éstas alturas y dada su situación, pensaba dejar que el mundo le pidiera perdón aceptando sus rezos. Claro que desde luego que se negó a agachar su mirada, ya que el Señor se encuentra en el cielo y tenía que verlo directo a los ojos.
Pater Noster, qui es in caelis, sanctificétur nomen…el padre rezaba con los ojos abiertos y fijos en la penumbra. ¿temía acaso que su deidad no lo protegiera de mi? yo pudiera liberarlo del temor y devolverle la fé, tomar su crucifijo y con él sacarlos de sus cuencas, porque estaba pecando de desconfianza.
...adveniat Regnum Tuum, fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra…¿cómo puedes, humano estúpido, pedir la gracia de quien eres una marioneta? Eres verdaderamente falso en tus creencias, no aceptas la voluntad que siempre pides. Debes sufrir y padecer antes de aceptar en el corazón lo que tu mente pide… el corazón… el corazón no es más que un estúpido y defectuoso instrumento arcaico del alma. Lo había comprobado tres veces: la caja torácica de cada elegido era abierta con cuidado, la piel separada y desgarrada en algunos casos hacía que se desmayaran… ninguno rezó. Él podía escuchar la mente de los pecadores y jamás rezaron, se preocupaban por problemas que ya no valían la pena, su alma luchaba por ser libre pero la razón la tenía atada.
Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie, et dimitte nobis débita nostra, sicut et nos dimittímus debitóribus nostris; et ne nos indúcas in tentationem…Los diarios no tardaron en publicar la nota del siglo: “Asesino serial capturado”,”Coleccionista de Almas en manos de las autoridades”. La tentación de vender su nombre y la historia era más fuerte que el respeto a su dolor mortal. Pero él perdonaba a los que lo ofendían.
…sed libera nos a malo. ¡Esa fue siempre su orden! En la plegaria que salió de los labios del mismísimo Jesucristo se mencionaba su labor en este mundo.
Recordaba el temor de cada persona, de aquel que ofreció sus pecados al Señor, de cómo entró al reino de los cielos para vivir una eternidad en la gloria. Cada vez fue especial, cada rito era necesario y divino…él no hizo un circo del dolor ajeno, era discreto y buscaba sanar cada alma.
Él era el Mesías. Salvó tantas almas que los titulares de los periódicos se volvieron locos, era quien clasificaba cada parte etérea, cada demonio del ser humano era extirpado por su conexión divina.
Ahí en la silla, frente a una docena de personas, dijo sus últimas palabras: que Dios les perdone su locura.
23 abr 2009
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6 comentarios:
No estoy seguro, pero creo que es la primera vez que te leo algo así.
Está bueno,Spooky, pero bueno.
Saludos, pinchi vieja. =]
Me da miedo tu relato,
me da miedo el malo...
me da miedo Jesús...
ahora...
me da miedo todo...
que te dije...
Ah condenada, esta muy bueno!
Mi vida...
que buen cuento... si te digo... de que te inspiras
felicidades hermosa
me encantó en serio.
la locura es un buen aliciente o un buen antidoto ahora si que te puliste
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