31 may 2009

El Viaje de Cipriano

Y, ¿cómo se siente en este momento?
Además de que tengo la lengua aguatada, muy bien. Ni me duele nada. Lo único raro que siento es el extrañó sudor que me sale de aquí, de la sien. Es como la abertura de una alcancía, señora pitonisa, puedo meter cuatro dedos y no, nada, vea, ni me duele. También tengo estos arañazos en la cara, los dos puntitos morados en el brazo izquierdo y el salpullido en la mano derecha
Por otro lado, mi mente está desierta señora; es como aquí, arenoso, tengo dunas en la memoria.
¿Cómo dio conmigo?
Pues yo quería saber que demonios estaba haciendo allá perdido entre las dunas. Tenía ese agudo dolor en la sien, aturdido, hambreado, además de la cruda que traía, porque de eso sí que me acuerdo, el méndigo mezcal de la noche anterior que me tomé en la labor.
¿Estaba usted trabajando el ganado en la labor?
Nombre, así se llama la cantina, La Labor de Don Chupe. Aunque eso sí, había un chingo de güeyes, si a ese ganado se refiere; pero no estábamos trabajando; pisteando sí, y mucho.
Pero, ¿cómo llegó hasta aquí?
A eso voy, pérese tantito. Como le decía, traía un crudononón, que no me la acababa. Seguí caminando y que veo a lo lejos un señor muy alto, me sacaba tanto así, se lo juro señora. Pensé, este güey me va a madrear y no traigo mi pistola, y que agarro una pinche piedra, verde, de este vuelo, por sí las dudas, pero me dije, nel, éste después de la pedrada se va a poner muy bravo, y que agarro un lazo que estaba allí, ¿se imagina señora?, una cuerda, de colores, en el desierto, tirada; qué raro ¿no? Pues que me le acerco por la espalda y, ¡madres! Que me lo descuento con la piedra en la nuca, y que me le dejo ir y con la cuerda que le amarro las manos; y, ¿le digo algo señora?, méndigo tipo raro, con un calorón y este güey con chamarra. Como que era uno de esos batos locos, con chamarra de picos y púas, uno de esos punk. Pues no sé como, pero terminé todo arañado. Como una vieja peleó ese cabrón. Pues del coraje que lo muerdo bien duro, y qué cree, no lloró el tipo, se aguantó el dolor; no me salió tan vieja como yo creía. Y sin preguntarle nada que me dice: “Ve con la pitonisa”. Y que le digo: “¿Quién es esa vieja?”. Y el güey: “Que vayas con la pitonisa, la adivina”. Y aquí estoy. ¿Cómo ve? De locos ¿no? Oiga, no se ofenda, pero usted está medio fea señora.

Como si en verdad estuviera ofendida, la burra pinta se dio la vuelta para pastar al otro lado del corral, mientras Cipriano se tocaba la herida de la sien, la cual se la había provocado Don Chupe en una pelea de cantina la noche anterior.
Cipriano tomó rumbo hacia el pueblo y a medio camino, entre cientos de peyotes, se encontró con una escena que jamás se hubiera imaginado: Una culebra amarrada a un cactus, junto con un sapo del desierto encajado en las espinas.

"Después de beber, cada uno dice su parecer", así dice el refrán

Carlos Martin, el Director

3 comentarios:

NTQVCA dijo...

Je je, aunque siempre me ha parecido increíble que los borrachos salgan con "yo ni me acuerdo", me dio bastante risa leer la aventura de Cipriano.

Jo dijo...

el yo ni me acuerdo... es válido pero que tal cuando escriben correos jajajaja


ay perdon, estaba pedo y crudo
aja.

Ese wey dijo...

Pinches indios