¿Quién no recuerda sus juguetes preferidos? Yo recuerdo que mis nenucos nunca duraban, siempre terminaban con un brazo roto, una pierna perdida o la ropa sucia. Una de mis incógnitas, nunca descubiertas en esa época, era ¿por qué mis juguetes siempre eran flancos de destrucción, mientras que las muñecas de mi hermana estaban impecables?
La respuesta es simple, pero en ese entonces no alcanzaba a comprenderla o darme cuenta de ello (disculpen mi idiotez infantil, pero ¿quién se va a poner a filosofar a esa edad?), mi hermana me lleva 8 años, así que cuando yo era una infanta adorable, chillona y mal criada, ella ya era toda una adolescente, y eso de las comiditas, jugar a las barbies o cargar al nenuco, ya no eran practicas propias de alguien que cantaba la música de los Beatles, de Maicol Jackson, el ‘vuela vuela’ de Magneto, o el ‘rumba, samba, mambo’ de Locomía.
¿Cómo olvidar la ocasión en que mis dos hermanos construyeron una casita de lámina y maderas viejas, donde los tres entrábamos, y donde ellos hacían sus tareas y yo les rayaba las libretas?
No sé cuantas casitas construimos y destruimos, debí de ser ingeniera, utilizaba piedritas para hacer canales agua, hacía surcos y charcos de lodo para meter a las barbies a bañarse, simulando que era un manantial, incluso con mucho esfuerzo yo solita hice mi casita entre las noche buenas y las plantas crecidas de hierba santa, del patio de mi casa.
Ahora no sé responder si las todas las niñas, traemos genéticamente grabados los clichés, o realmente somos homovidens, que desde que nacieron se educaron con los terroríficos churros de las telenovelas de televisa, porque mis magistrales dramas e historias de amor entre la Barbie (a la que le ponía un nombre distinto en cada juego) y el Kent, siempre estaba la mala, que hoy sería la típica zorra, que regularmente era la Barbie fea y vieja que ya no quería.
Yo y Paty, mi vecina con la que jugué de niña, éramos magistrales dramaturgas, incluso pudimos hacer carrera haciendo doblaje de voz con nuestras muñecas, ja. Con nuestras manitas sucias, tomábamos las caras de la Barbie y el Kent y los hacíamos darse besos, con sólo desearlo, la barbie por arte de magia ya se embarazaba, ¡eso era inocencia!, porque decíamos que ‘hacían el amor’, con solo besarse, decirse palabras bonitas… ¡ay cuánto quisiera no tener que pensar tanto en el kamanostra ahora que soy adulta!
Como toda niña, tuve muchos trastecitos, ¡mi horno mágico! (el mejor regalo que haya recibido en mi vida, todo gracias a los reyes magos) mi batidora y licuadora de juguete, siempre desee una Barbie sirena ¡Dios! ¿por qué no me la concediste?
Ahora que lo recuerdo, me provoca una total gracia, pero yo era de esas niñas que le encantaba ponerse las medias viejas de mi mamá, y hacerle hoyos como Gloria Trevi, enredarme el cabello y cantar ¡zapatos viejos! Ja, ja, ja, Yeah, fui el colmo del kitch, mi gusto por las zapatillas siempre estuvo presente, porque en ese entonces, mi jefa tenía cientos de pares, y aunque me quedaran grandes yo me las ponía para jugar a ‘ser grande’, basta decir que a maquillarme nunca aprendí.
No sé si ustedes lo recuerdan, pero yo si tengo muy claro el día en que ya no pude tomar a mis barbies y hacerlas hablar, me sentía estúpida, incapaz, extraña, fue algo que me quedó muy grabado, no como algo traumático, sino como algo que se me vino de golpe, y eso ocurrió cuando mi adorada mamá, se fue a trabajar a otro lugar y nos dejó en la casa de una de mis tías.
Conforme fui creciendo, los juegos fueron otros, cuando viví con mi abuelo mi pasatiempo era tomar dinero de su alcancía y salir a jugar videojuegos, desde ahí tengo ego de ‘feme fatale’, porque mi personaje favorito era ‘Leni’ una tipa que peleaba con un látigo ¡Ahora comprendo de dónde tanta chaqueta!
Por una extraña razón, hoy mientras trabajaba, encontré una página para niños de secundaría, cuando vi la sección de juegos, no dudé en darle click, me chuté un crucigrama, uno que lee el número que tienes en la mente, tres solitarios que no pude ganar, y terminé escribiendo este post, creo que mi juego favorito de adulta, es jugar con las letras y las nostalgias ajenas.
13 ago 2009
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4 comentarios:
Mi hija tenía un nenuco que hacía pipí y terminamos regalándolo. Lo que consrva es un borreguito de peluche que le dieron antes de nacer, uuuhh! como han pasado los años.
Yo fuí niña de juegos de doña blanca , a pares y nones y todo eso, éramos aún más inocentes que tú, así que imagínate, ja!.
Saludos mil.
a mi los nenucos me dan miedo
menos los que tienen 29 :P
Pues no recuerdo cuando deje de hablarles a mis Barbies, pero me latian más que los nenucos, de cualquier manera, deje las muñecas y me encontre otros juguetes re divertidos!
Un post, lleno de mucha razón y muy buenos recuerdos de ayer...
Creo que hoy se viven otros tiempos...
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